Transparencia: Reto número 1 del próximo administrador.

Han sido cinco años de leer tweets de un funcionario en la ANIP que da a entender que el contribuyente evade, sus auditores coimean y él cobra más que todos los anteriores. El coro de esa canción sigue con twitasos intermitentes que cacarean haber cobrado esto o secuestrado aquello.

Estos tweets no logran esconder que su falta de transparencia causa que ignoremos, entre otras cosas, cuántas auditorías se hacen, el monto recaudado por auditoría, tiempo que toman, cómo se seleccionan y cuánto le toca a una agencia privada que llama a cobrar en nombre de la ANIP.

Esta estadística estuvo presente, por décadas, en las memorias de la DGI, para luego desaparecer en 2005 a manos de quienes decían ser eficientes por venir del "sector privado".

Hoy esta falta de transparencia hace que no se pueda medir a cabalidad porqué existe un hueco de 200 millones en el presupuesto al primer trimestre del año (lea noticia), porque la recaudación no crece al ritmo del PIB (vea noticia) y porqué, a pesar de haber aumentado impuestos todos los años, tuvimos que doblar nuestra deuda en este quinquenio. ¿Se debe a qué el autodenominado buen cobrador no sabe cobrar? ¿O, por el contrario, este buen cobrador tiene una rúmura de coimeros en sus filas y el contribuyente sigue "evadiendo"?

Cómo responder a estas preguntas si los parámetros para medir al cobrador se reducen a un par de tweets donde se cacarean 7600 auditorías (vea tweet) 600 secuestros (vea tweet) y 130 denuncias penales a funcionarios (vea noticia).

Esta ausencia de datos hace que la primera prioridad de quien reemplace a ese funcionario sea entender qué ha hecho esa institución en términos cuantitativos y cualitativos. De esta forma quien herede esa silla entenderá mejor su función y nos dará la oportunidad de empezar a fiscalizar al que nos fiscaliza.

Confiamos que quien herede esa silla no cacaree huevos que nunca ha puesto y cuando los ponga, los enseñe con transparencia y en forma confiable.

(Lea editorial anterior).